Quiere irse la tarde y en el muro de la quinta sus vecinas, lejos de pensar en recogerse, aceleran los cotilleos.
Crecen las risas, como si los últimos rayos de sol les hicieran cosquillas.
El mismo sol que intuyen durante todo el día y sólo sienten en sus caras
poco antes de que se esconda allí mismo, tras los manzanos.
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La luz siempre acierta con el lugar y el momento. Esperarla es buscarla.
ResponderEliminarParticipar de sus juegos sería ganarle a un sueño!
ResponderEliminarUn placer conocer tu espacio, por casualidad, lo bueno llega.
Un abrazo desde muy lejos.
Bonitas calas. Las flores de Rivera.
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