viernes, 31 de octubre de 2008

Cosas de Padres





Después de ver algún que otro blog, me dejo llevar por esa explosión atómica que provoca pensar en lo que se siente por un hijo.

Ya quisiera yo explicarme como se explican algunos, más que nada por darle una buena patada a la frustración. Esa que ve cómo lo que escribo no deja de ser una película mediocre basada en un buen libro.

Os diré que me pasaría el día observándolo. Que hasta los cuatro años se me hizo muy rápido, en abril serán siete. Los cinco y los seis han pasado rapidísimo, tanto que los percibo borrosos. Mientras voy con prisa a algún sitio, me doy cuenta que están tan difuminados porque siempre estoy de camino a algún sitio, y con prisa.

Confesaré también que, cada día más, me puedo hacer una idea de lo gilipollas que debía parecerle a mi padre en esos años tan difíciles. La que nos espera.

Yo, de vez en cuando, aprovecho algún momento relajado para soñar despierto. Imagino tardes interminables, con sol o lluvia, es igual, en algún sitio tranquilo, con Noah y con mi padre.
Y mi cámara.