sábado, 25 de octubre de 2008

I love your blog


Hace pocos días me he visto entre los blogs favoritos de R.A.Riveiro, el hombre que siempre ve amanecer. Un honor que me sorprende porque, casi siempre en silencio, visito muchos blogs a través de sus enlaces, y de los enlaces de los enlaces.
Aprovechando la confianza, ya se sabe, me voy a escaquear de nombrar mis blogs favoritos. Nunca conseguiría hacer esa lista, me quedo con todos y alguno más que todavía no conozco. El tiempo que se toma alguien en ver, e incluso comentar, lo que hace uno es el mejor premio recibido y regalado, y en esto coincido con Xuan Rata.
Tampoco me veo capaz de hacer la otra lista, la de las cosas sin importancia que te hacen feliz, porque agarro todas las que puedo cada día y son muchas, muchísimas, y tan distintas. Además, se pueden adivinar en mis fotos. De todas formas, y para compensar el malestar que me produce no seguir las normas, me acordaré en las próximas entradas de confesar alguna de las pequeñas alegrías que me encuentro.
Pretendía empezar hoy mismo y decir que la presencia de algún mayor que busca el calor del sol en cualquier plaza, o parque, es una de esas cosas, a pesar de que muchas veces es tristeza lo que me inspira una escena así.
La entrada, torpe que soy en ese mundo virtual, se ha publicado con fecha 1 de Octubre, así que si alguien la quiere ver por ahí está.
Y esa sería otra cosa sin importancia que me haría feliz: Conseguir que una entrada quede como quiero 'sin problemas ni complicaciones'.
Gracias R.

Lunes al sol



El lunes pasado disfruté de dos cosas más, sin importancia, que me pueden alegrar el día: La visita inesperada de un amigo y un paseo improvisado cerca de casa, al lado del mar.

Extraña pareja para una mañana de lunes, digo yo que pensarían muchos al vernos. Uno camina cojeando y en el andar del otro se adivina la pesadísima carga que se acumula tras un mes en el paro, con hipoteca y niño. Puta crisis. Lo mío, por lo menos, es mayormente físico.

Aunque hablemos de todo y de cualquier cosa, siempre acabamos charlando de las cuatro cosas que de verdad importan. En estos ratos me ha enseñado a poner todo encima de la mesa, no nos guardamos ninguna carta. Los silencios son una parte más de la conversación.

Y repasamos una vez más nuestro plan, entre risas. Da igual que la primitiva le toque a él o a mí porque el plan no es muy espectacular, lo segundo que haremos será meter las preocupaciones en un saco lleno de monedas para que se hundan. Así serán aún mejores los paseos al sol.