Volviendo a los orígenes me decido a llevar la cámara en la mano y redescubro mis motivaciones, mis ganas y mi instinto también, que viene siendo mi pepito grillo.
Con la cámara en la mano el final del día es más emocionante y placentero cuando me siento a ver lo que ha dado de sí el día. Es la única manera de robarle escenas al tiempo, ésas que siempre se pierden si la cámara está en la bolsa..., en el coche o en casa nunca.
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