Antes de la calma, aunque ésta sea realmente un pequeño descanso, están las carreras y los saltos, las piedras al agua y los palos.
Después de la pausa viene el fijarse más en lo que hay. El momento de descubrir la increíble forma en que permanecen juntos los huevos en la parte tranquila del río y acabar encontrando, temerosas de nuestras dimensiones e intenciones, a las ranas que los guardan hábilmente escondidas entre los colores de las hojas de los robles, los castaños...
No hace falta mucho para tener un día más que completo, lejos de las pantallas hipnotizantes, al lado del agua, entre las rocas y la tierra...cerca de los árboles.
Cada vez cuesta más que los niños (y los menos niños) se paren a observar, aunque esto indudablemente beneficia a las ranas y su descendencia.
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