Parece duro tener un perro atado. Pero, ojo, esos perros que esperan a su dueño a la puerta de un local cualquiera sin correa no están menos atados. Y atados terminamos estando también nosotros a nuestros amigos animales. Romper las ataduras es un deseo recurrente, pero el que carece (aparentemente) de ataduras termina por buscarse alguna ¿por qué será?
La vida de un blog, lo sabes, son los comentarios. Si pasas, te gusta algo de lo que ves, y no lo haces saber...es como si no hubieras pasado. Gracias por tu visita.
Muchas cosas son las que abren cajones de la memoria que pensábamos vacíos, pero nada mejor que una fotografía.
Al ojear un viejo álbum siempre hay alguien que, de repente, recuerda alguna historia que aún no habías oído o que completa otra escuchada.
Hace un tiempo empecé mi colección particular de momentos, ésos que casi ya se han perdido cuando aprietas el disparador. Fotos que, para mí, son más que una imagen, son pequeñas cajas que al verlas liberan de su interior sonidos, brisas, recuerdos..., sensaciones que me hacen revivir la escena.
Parece duro tener un perro atado. Pero, ojo, esos perros que esperan a su dueño a la puerta de un local cualquiera sin correa no están menos atados. Y atados terminamos estando también nosotros a nuestros amigos animales. Romper las ataduras es un deseo recurrente, pero el que carece (aparentemente) de ataduras termina por buscarse alguna ¿por qué será?
ResponderEliminarUn gran juego visual. Una simple correa y un mundo alrededor de la misma.
ResponderEliminarUn abrazo
Soltem os prisioneiros!
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