miércoles, 30 de noviembre de 2011

Delfino




Mientras Delfino recuerda a los niños la forma que tiene la tierra de plegarse, me viene a la cabeza la primera vez que le vi, hace años.
Caminaba aquella mañana con su atuendo habitual, que no es otro que el de aquél que se va de montaña en breves instantes. Llevaba una cuerda de escalada en una mano, de unos cuatro o más metros de larga (la cuerda), con lazadas y nudos a los que iban agarrados una veintena de niñas y niños de unos cuatro años, caminando en una fila de parejas.
Delfino mira entonces al interior de la pescadería frente a la que pasan y ve que no hay clientes. Manda 'alto' pero pocos se enteran, así que coge el silbato que lleva colgado y lo hace sonar. Desde la acera pregunta al pescadero si tiene cinco minutos y, mandando silencio, les dice a los niños algo así: 'Dadle al señor pescadero los buenos días que nos va a enseñar qué peces tiene hoy aquí', 'acercaros a verlos, pero no se toca nada'.
Y allá se metió con todos mientras yo continuaba camino.
Resumida queda su filosofía de enseñanza.
Llevaría demasiadas palabras describirlo y contar todo lo que hace. Sólo diré que, de mayor, me gustaría ser como él. Una suerte conocerlo.
(Recuerdo ahora que tengo una foto de hace pocos años, no me ha costado mucho encontrarla y os la pongo).








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2 comentarios:

  1. Siempre lo he dicho: los delfinos deberían ser declarados especie en peligro de extinción y gozar de la máxima protección posible.

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