domingo, 10 de enero de 2010

Las vidas de un gato


Hace ya demasiado tiempo me dejó, una mañana, sacarle un par de fotos. Como hoy.
Aquéllas eran delante de una puerta azul. Éstas a pocos pasos de allí, con el mar de fondo.
Me recibió como si me hubiera echado de menos y ante tal regalo le ofrecí mi mano, la que no tiene la cámara, con una docena de caricias.
Entonces ya pensé en las vidas que llevaría gastadas mi amigo pero fué aquí sentado cuando supe con certeza las que le quedaban.