jueves, 27 de agosto de 2009

Jugar de verdad


A Noah siempre le cuesta mucho apagar la consola cuando está inmerso en plena competición de su juego favorito de fútbol. Últimamente no dejaba de hablarme de los jugadores y jugadas que recordaba del videojuego cuando teníamos un rato para los dos. Con pocas pistas más me di cuenta del peligro que acecha no sólo a Noah, a toda la infancia y juventud, esa evasión de la realidad, esa otra realidad en la que temo prefiera estar él y muchos más, renunciando a la otra vida, la de fuera de la pantalla, la vida.
Sólo habla de lo que hace con esos monigotes, goles, faltas..., pensaba, ya lo he perdido.
Pero ¿no es un millón de veces más divertido hacerlo de verdad, con tus amigos?, le decía, y contestaba pensativo, como optando por la respuesta que yo quería oir. Pero no tardaba en volver a su tema favorito.
Esta semana, después del primer entrenamiento de la temporada, sus amigos iban a juntarse para jugar otro rato a fútbol. Noah, por culpa de las obligaciones de sus padres, llegaba a casa con el gesto tirando a muy mustio pidiendo por enésima vez bajar a jugar.
Hoy no podemos. Te dejo que juegues un partido con la consola, dijo su madre.
Y Noah estalló en un llanto sincero, y lo digo con el conocimiento de un padre, desgarrado y desesperado. Lloraba y decía No.
'Yo quiero hacerlo de verdad', repitió una y otra vez sin dejar de llorar.
Creedme, no fué la primera vez que he sonreído mientras él lloraba.
Qué ingenuo soy, a todos nos gusta vivir.