
Como los tendales, unos días me libero de la ropa mojada, demasiado pesada para echarse a volar. Y como ellos sonrío aunque no consiga elevarme, ni separarme de la pared, porque la ilusión de hacerlo sigue intacta aún sintiento los tornillos que me atan, no sin dolor.
Otros días, como la farola, contemplo las gaviotas y los tendales agradecido de lo que mi vista puede disfrutar. Sabiéndome incapaz de imitarles.
Los más lucho por encontrar ganas de asomarme a la ventana entreabierta, vencido en la penunbra, inmóvil en la oscuridad. Con piernas de cemento, nubes en la cabeza y sin alas en el corazón.
Parabéns pelo blog... é realmente muito bom!!
ResponderEliminarDe nuevo los mástiles, con el trapo recogido, y la gaviota. El ansia de navegar. La calma. La nada. Y el viento que empieza a soplar en una dirección inesperada.
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