

Sé que estas fotos pertenecen a un cuento, lo que no tengo tan claro es cómo empieza. Quizá al borde de aquella carretera tan poco transitada, no muy lejos del bosque.
Ahora que lo pienso, tampoco me acuerdo de las mágicas peripecias del protagonista hasta llegar al final, que sí estoy seguro era feliz...
Los cuentos se mezclan en mi memoria, no es una excusa, y tengo que esforzarme por recordarlos. Mejor fundirlos y meterme dentro de éste, esperando por la moraleja, que la tenía...

El principio de los cuentos no es llegar al final. Ni si quiera la moraleja, sinó creer.
ResponderEliminarComo mi viaje (y el de mucho) el recorrido es largo, y sin fe, en cada pasito, la magia desaparece.
Si queremos conservar lo las hadas en el cuento es preferible dar importnacia a cada uno de esos pasitos, y la fe que cae sobre ellos.
No vaya a ser que lleguemos a ese esperado final y por diversas carencias no encontremos nada. Ni tan si quiera moraleja.
¡Es el del Pulgarcito, hombre! Noi te acuerdas porque los pájaros se comieron las migas, evidentemente.
ResponderEliminarPero el camino está ahí, intacto.
Preciosa la tercera.
Un cuento luminoso, calmado, vital. La primera foto es magnífica, por sus colores, sus líneas y el picado que impone un realismo de la mirada que la completa y la hace más cercana, más creíble.
ResponderEliminarEl cuento de Hadas ya está contado en tus imagenes...
ResponderEliminarY ante las anteriores, digo el "muello" :), que aquí me sienta como en casa es todo un alivio.
El pequeño y minúsculo camino que tiene esas pequeñas motas de verde, me encanta... todas me gustan y la última,con esta me quedaría a escuchar para sentir el canto de las Hadas... sin miedo a ser encantada por ellas... ¿Tú no?
Un abrazo